Borges. Espejos
"Él había adquirido poco a poco, desde niño, la virtud o el defecto según se mire, de adornarse de espejos. Es por esto que, desde siempre, le había resultado facilísimo relacionarse con los demás. Cualquiera que le viese tenía siempre la impresión de estar tratando con alguien realmente brillante (llevaba espejos, ¿recordáis?), alguien portador de una especie de luz propia que atraía inevitablemente al resto de personas. Si bien esta atracción era innegable, no bastaba por si sola para que las personas permaneciesen por mucho tiempo a su lado. ¿Cuántos somos capaces de enfrentar permanentemente nuestro propio reflejo? Todos los que a él se acercaron acabaron por marchar desengañados; convencidos, eso sí, de haberle conocido perfectamente aunque en realidad nunca le hubiesen visto. Es por esto que aquel uniforme reflectante que él mismo se confeccionase, ya en su niñez, para ir por el mundo, acabó convirtiéndose en una mortaja iridiscente que, pese a todos sus brillos y destellos, no dejó nunca ya de ser una mortaja. No puedo contestaros si eso le producía dolor. ¿Lo imagináis? Cuando intenté descubrirlo, asomando mis ojos escrutadores a sus ojos, sólo descubrí mi mirada solícita intentando descifrar los misterios que escondía, a través de su armadura de cristal.
Me fue imposible por tanto, y sólo pude ver, en su andamiaje de espejos, el reflejo cansado de mi propia decepción. Me alejé de él, como todos los demás.
No puedo saber si él lo sintió".
Los -obuaros- son comunes a obituarios y a urbanos. Y esto es lo que se podrá leer en ellos, una serie seguramente inconexa de instantáneas, cosas que pasan, pesan y pisan. Por la urbe o por cualquier parte. Nowhere= Now here.
28 jun 2007
22 jun 2007
Sinkin' Soon. Norah Jones - Obuaro 98
Norah Jones - Sinkin' Soon
We're an oyster cracker on the stew,
And the honey in the tea,
We're the sugar cubes, one lump or two,
In the black coffee,
The golden crust on an apple pie,
That shines in the sun at noon,
We're a wheel of cheese high in the sky,
But we're gonna be sinkin' soon.
In a boat that's built of sticks and hay,
We drifted from the shore,
With a captain who's too proud to say,
That he dropped the oar,
Now a tiny hole has sprung a leak,
In this cheap pontoon,
Now the hull has started growing weak,
And we're gonna be sinkin' soon.
We're gonna be
Sinkin' soon,
We're gonna be
Sinkin' soon,
Everybody hold your breath 'cause,
We're gonna be sinkin' soon
We're gonna be
Sinkin' soon,
We're gonna be
Sinkin' soon,
Everybody hold your breath 'cause,
Down and down we go.
Like the oyster cracker on the stew,
The honey in the tea
The sugar cubes, one lump or two?
No thank you none for me.
We're the golden crust on an apple pie,
That shines in the sun at noon,
Like the wheel of cheese high in the sky
Well ... we're gonna be sinkin' soon
We're an oyster cracker on the stew,
And the honey in the tea,
We're the sugar cubes, one lump or two,
In the black coffee,
The golden crust on an apple pie,
That shines in the sun at noon,
We're a wheel of cheese high in the sky,
But we're gonna be sinkin' soon.
In a boat that's built of sticks and hay,
We drifted from the shore,
With a captain who's too proud to say,
That he dropped the oar,
Now a tiny hole has sprung a leak,
In this cheap pontoon,
Now the hull has started growing weak,
And we're gonna be sinkin' soon.
We're gonna be
Sinkin' soon,
We're gonna be
Sinkin' soon,
Everybody hold your breath 'cause,
We're gonna be sinkin' soon
We're gonna be
Sinkin' soon,
We're gonna be
Sinkin' soon,
Everybody hold your breath 'cause,
Down and down we go.
Like the oyster cracker on the stew,
The honey in the tea
The sugar cubes, one lump or two?
No thank you none for me.
We're the golden crust on an apple pie,
That shines in the sun at noon,
Like the wheel of cheese high in the sky
Well ... we're gonna be sinkin' soon
8 jun 2007
César Vallejo. Espergesia. Obuaro 97
Espergesia. Cesar Vallejo
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.
Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
Todos saben... Y no saben
que la luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.
Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Díos estuvo enfermo.
Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.
Todos saben... Y no saben
que la luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.
Gil de Biedma. Noches del mes de junio. Obuaro 96
Noches del mes de junio. Jaime Gid de Biedma.
Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.
Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.
Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.
Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.
Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.
Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.
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