UBI SUM- Aurelio González Ovies
Yo sé que nada regresa, que nada
vuelve a nacer, que lo que estuvo
no está, que nada es lo que fue.
Eso lo sé, ya lo sé. Lo sé desde
bien pequeño, desde que ví que crecer
era ir dejando atrás aquello que uno
más quiere: los caminos que conoce,
la mano que los abriga, el corredor,
donde el mundo parecía lo que
no fue. Ir dejando atrás,
por siempre,
lo que nos llevó a ser
a imagen y semejanza
de aquellos que nos amaron
cómo jamás nunca nadie nos volverá a querer.
Para siempre, siempre para siempre, atrás,
como mañana y ayer, como el ahora
y el luego, como el antes y el después.
Para siempre, siempre para siempre.
Eso lo sé, ya lo sé.
Y donde estoy
nada queda que pudiera
devolverme aquella fe
en las mentiras
que me hacían seguir estando de pie,
para mentirme día a día, que al fin
y al cabo, no es
más que un embuste
de vida: perder, pelear para perder,
encariñarse, sufrir, para, al fin y al cabo,
perder.
Donde estoy, miro, respiro y noto
dolor al reconocer que no encuentro
nada apenas en lo que reconocerme.
Tan sólo el cielo, el arroyo,
la higuera, la mar, las rocas, y algún
trozo de pared, donde están las lagartijas
al sol. Esto es
lo que queda, lo que
soy de lo que fui, más de lo que no pude
ser.