17 mar 2007

Polga(film). Don´t come knocking. Win Wenders- Obuaro 64


Escena de Don´t come knocking-Homenaje a Hopper de Wenders

Don´t come knocking( LLAMANDO A LAS PUERTAS DEL CIELO)Win Wenders-

Creo que prefiero el cine.
- El cine, a qué?.
- A la realidad.

Yo también…y más después de ver esta película.

No voy a hacer un comentario objetivo de crítico de cine, buscando fallos de guión, personajes algo superfluos o sin mucho sentido, aunque sean los que pronuncian las palabras que encabezan este texto, que los hay. No me interesan esta vez. La película traspasa cualquier comentario técnico que pueda hacer. Es de esas historias que te reconcilian con el cine y hasta con la vida. Es la historia de una redención que nos redime. De un tiempo que no se ahorra. De una salvación que quizá puede existir.

Lo más injusto de esta buena y cinematográfica cinta empieza con la comparación que en el trailer se hace de ella con la inolvidable París-Texas. Pocas historias pueden salir bien paradas si se las compara con el guión y la tremenda historia de violencia e incomunicación que viven Travis y Jane. Pocas veces algo me ha golpeado tan directamente la mandíbula como ese reencuentro en el peepshow de un lugar perdido en el mundo, lejos de París y de Texas. Pocas veces he sentido tan mías a través de la pantalla otras soledades, otras limitaciones, y otros fatum. Y no muchas otras se me ha desasosegado tanto el alma con una historia tan lejana en kilómetros, en paisajes de carretera, en moteles vistos a través de las gotas de lluvia en los cristales del alma en ese coche que camina a medio gas hacia su destino… , con esa estética de esa América que nunca he visitado pero que me acompaña desde que tengo memoria. Y esta película forma parte no sólo de mi memoria sino también de mi esencia, de mi vida, de mi forma de vivir y de ver, de sentir y de disfrutar del cine y de la siempre dolorosa y solitaria existencia. No quisiera exagerar, ni caer en manidos tópicos pero hay un antes y un después de ver París-Texas. Si todavía no la has visto, cuidado… verla puede ser perjudicial para la salud.

Como sospechaba he empezado a ser injusta con “Don't come knocking” comentando durante mas de un párrafo la maravillosa París-Texas. Pero volvamos a este "no me vengan llamando" traducido al español con ese extraño e inexplicable aunque hermoso"Llamando a las puertas del cielo". En las referencias consultadas de esta película he encontrado una muy buena definición, ese punto de partida que promete que otro viaje nos va a conducir a ninguna parte:

“After yet another night of debauchery in his trailer, Howard awakens in disgust to find that he is still alive, but that nobody in the world would have missed him if he had died”.

Al igual que su predecesora nos presenta Wenders de nuevo un viaje de redención, Howard huye de su trabajo (el rodaje de un western crepuscular), pero sobre todo huye de sí mismo y busca algo que sea parecido a una vida, de esas que lleva representando toda su carrera en las películas del oeste de las que ha venido siendo protagonista; en esas historias siempre había una bella dama que le prometía esperar su regreso y que le amaba y le amaría siempre. La búsqueda y la huída de sí mismo le lleva a una primera etapa en Elko, Nevada, al abrigo de su madre a la que no veía hacía 30 años. Sigue siendo su niño, le da cobijo, cariño y miente por él al cazador de seguros (nuestro cazador de recompensas)- Sutter- que le pisa los talones para llevarle de regreso al rodaje. Su madre despista al frío Sutter invitándole a probar unas galletas hechas por ella mientras le cuenta eso de que mentir es de cobardes…, pero una madre nunca le dice eso a un hijo a la cara.
En las conversaciones con su madre descubre, el cansado y ebrio de sí mismo Howard, que es padre desde hace 20 años, esto le da impulso y motivación para afrontar una nueva etapa, un nuevo viaje hacia Butte, Montana, donde rodó en los viejos y buenos tiempos un exitoso western y donde sedujo a la bella e inexperta dama del Saloon, Doreen.

Y una vez allí, necesitado de amor, arrasando cual Jessie James o mejor cual elefante en una cacharrería invita a Doreen a retomar su antiguo amor y quiere presentarse como un padre ante Earl, un joven y rebelde cantante de rock que ha tardado mucho tiempo en aceptar no tener padre como para que ahora aparezca uno así, de repente, y quiera hablar con él como si nada, como si ser huérfano con padre fuera tan fácil. Pero no sólo Howard necesita amor, no solo Howard, Doreen todavía le ama, o quizá sólo recuerde esa sensación de lo que es amar, esta vez sí le grita a Howard a viva voz y en mitad de la calle lo que no le dijo entonces, que es un cobarde, un perdedor, un ventajista, pero sella sus reproches con un apasionado beso a las puertas del mismo Saloon en el que se conocieron. Earl también necesita amor, pero no quiere aceptarlo, reconocerlo, hay que ser fuerte, y en su enfado tira la casa por la ventana, no sabe qué hacer, qué pensar, y por eso se pone a tocar la guitarra entre los restos de uno de los muchos naufragios que nadie nos enseña a predecir. Mientras, Amber baila ilusionada ante un acontecimiento que les invita a escapar del callejón sin salida de la rutina al son de la música que llora rabiosamente Earl.

Pero esta vez Howard no se escapa y se sienta a esperar a Earl, otra vez solo, en mitad de la calle, con el mundo girando alrededor de su cabeza, otra vez sin que nadie le eche de menos, sin que nadie le eche en falta o le busque, solo Sky que si no fuera por la frase en la que nos dice que prefiere el cine a la realidad no sería mas que un fantasma, sólo una aparición en el cielo que busca a su Howard. Y viaja con un cofre de cenizas, de la que sería su madre, y un puñado de antiguas fotos en formato digital. Ya sólo y todo lo que le queda es precisamente Howard, que es su padre, el siempre ausente Howard, un padre fantasma.

Cuando parece que el cuento de hadas va a tener un "happy end", que el pasado no importa, que la redención es posible, que la soledad va a desaparecer, y que el refugio en una recién estrenada familia va a culminar en una historia de amor en todas sus manifestaciones, amor de madre, amor de pareja, amor de hijo, amor de amor… entonces Sutter, nuestro frío caza recompensas, cumpliendo con su obligación de sabueso, le encuentra, le detiene y le esposa para llevarle de vuelta al rodaje, a la realidad. Le permite, eso sí, despedirse de sus recién encontrados hijos, Earl y Sky, ¿quién dijo que se es mayor alguna vez para el buen ejercicio de la paternidad.…?.

Y ya de vuelta, después de habernos enseñado una y otra vez escenas hopperianas en Butter, de habernos mostrado sin lágrimas lo que es la soledad, de haber hecho una descarnada antología del alma, de revelarnos lo que es el paso del tiempo, de evidenciarnos que el pasado también transcurre con ese catálogo de innumerables frustraciones y pérdidas, después de demostrarnos que como decía Schlegel sólo en la búsqueda misma encuentra el espíritu humano el misterio que buscaba…

Entonces, Howard, ya en pleno rodaje de su western crepuscular montado en un precioso caballo se descubre, sombrero en mano saluda a la cámara, sonríe, y el caballo se eleva de su patas delanteras…Es él, por fin el Llanero Solitario(The Lone Ranger) montando a su leal Silver se ha desenmascarado, nos ha disparado con sus balas de plata que hieren y no matan, se ha encarado consigo mismo, su mayor villano….

Hi-yo Silver! Away!

@Polga Octubre 06

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